Ir al contenido principal

Diario de un narcisista 2

 

CapĂ­tulo 2 - Dulce voz


Tu voz la recuerdo perfectamente. Olvidar esa voz tan peculiar que tienes es difícil. Me causaba mucha risa y ternura, incluso cuando esa misma voz podía gritarme cosas tan fuertes e hirientes, diciéndome cosas como "cínico", "ojalá te mueras", "te odio, malparido", y demás, para después abrazarme y decir "te amo" cuando te calmabas.


Muchas veces pensé que en serio me odiabas, hasta que nuestros ojos estaban a 5 centímetros el uno del otro y se decían: "Es imposible que algún día llegue siquiera a odiarte" Joa blanquita. El amor que sentías por mí era tanto que podías y estabas amando por los dos. Sé muy bien que solo te faltó sacarte el corazón y dármelo.


Aunque decĂ­as que mis abrazos te daban seguridad, sĂ© que mis acciones lo borraban todo, causándote esa inseguridad que tenĂ­as de que me fuera con alguien más y te dejara. Pero ¿quĂ© más da? Al menos sabes muy bien que conmigo siempre estuviste segura. Nunca, pero nunca, mientras yo estuviera cerca o contigo, alguien podĂ­a llegar siquiera a verte, hablarte y mucho menos, a tocarte.


Aunque ahora estés en otra ciudad, sé que en algún momento nos volveremos a cruzar. Solo espero y quiero que cuando llegue ese día, te hagas un favor y no me mires. Porque no me haces falta, o no lo sé. Esas veces en que siento que tu recuerdo pasa por mi cabeza, prefiero pensar y creer que eres tú la que aún piensa en mí.


No podría aceptar que te recordé porque así lo quise, o peor, que fue mi subconsciente tratando de decirme que te extraño. Pero si me voy más allá y pienso en realidad qué me pasa, me doy cuenta de que no te extraño a ti, sino más bien a las cosas que hacías y aguantabas por estar conmigo.


No me enorgullece reconocer que solo te buscaba cuando me sentía solo o aburrido, pero estaba cansado de ti. Aún no encuentro un porqué, pero cuando me hablabas de algo, me daba un profundo sueño. Eras más de lo mismo, más del montón. Nunca nada nuevo, siempre en casa, acostada en la cama, sin hacer nada por ti ni para ti. Era normal que nunca tuvieras nada nuevo o interesante que contarme, solo los videos raros y la música extraña que te gustaba.


Espero que ahora al menos estés haciendo algo, pero lo que más espero, de corazón si es que tengo, es que nunca más te vuelvas a rebajar así por nadie. Pero sí, al menos me gustaba cómo me hacías sentir, también que podía hacer lo que quisiera. Solo era cuestión de tiempo para que te dieras cuenta de algunas cosas que hacía y así me trataras de lo peor, hicieras un escándalo y al instante, seguir como si nada después de que te pidiera perdón.


Nunca te entendí. No sabía si es que te querías muy poco o me querías demasiado como para poder dejarme. Me puse a pensar hace poco y sé que no es normal que yo sea así, tan indiferente en ese aspecto de mis "relaciones amorosas". Pero tampoco creo que sea normal tu comportamiento.


Le he hecho daño a muchas mujeres. Ahora soy consciente de ello. Antes, me daba y me daban igual cada una de las que sufría por mi culpa. A pesar de eso, a la que más daño le hice fue a ti, justamente a la que más me amó. Y sí, claro que te quise, pero no entendía por qué seguía haciéndote daño. Parecías una simple rutina que tenía que cumplir. Verte, o incluso el ver cómo llorabas por mí, ya no me causaba ningún tipo de emoción, o bueno, a veces provocabas en mí un poco de lástima.


Por eso no sabĂ­a quĂ© responder cuando llorando te preguntabas: "¿QuĂ© me falta? ¿Por quĂ© no soy suficiente para ti? ¿QuĂ© tienen ellas que yo no?". TĂş nunca fuiste el problema; el problema siempre fui yo. Al menos ahora lo acepto. Al menos ya te dejĂ© ir, y quizá por eso no me soltabas, porque antes de que tĂş lo hicieras, yo ya me habĂ­a ido, pero asĂ­ como me iba, volvĂ­a. 


Nunca me dijiste que no, y me acostumbré. No sé, tal vez el problema más grande es que nunca sentí que tenía que esforzarme por ti, por estar contigo, por tenerte. No porque no lo merecieras, sino porque no lo veía necesario.


Solo al principio, cuando aún no eras mía, ahí, tal vez, solo tal vez, si no te hubieras comportado de esa forma, me hubiera llegado a importar un poco el daño que te hacía por no poder conformarme contigo. Y tal vez, me hubiera ido a tiempo.


Pero ahora, hace meses que no te veo, y sé que paso por tu cabeza de vez en cuando, porque sé que lastimosamente te enamoraste perdidamente de mí. Por eso sé que aún estoy contigo, aunque me odies. Pero sé también que no me odias, aunque digas hacerlo.


Y aunque me hayas devuelto cada cosa que te di y quemado cada carta que te escribí, los momentos, todos esos momentos de placer, de tristeza, de euforia, de felicidad, nunca, pero nunca, los podrás sacar de ti, porque mi aroma aún está en ti, y yo aun estoy, en todo tu ser.









Comentarios

Entradas más populares de este blog

Negro

Tenía miedo, muchas veces lo tuve, cuando más lo sentí, fue cuando llegué a Bogotá, a un ambiente completamente distinto, venía de la costa, de un pueblo en el que todo el mundo se conoce con todo el mundo, era muy alegre, había mucho amor por todas partes y ahí tenías amigos por todos lados porque sentías que eran como tú, cosa que nunca sentí al llegar acá. No era tan común ver a gente negra, no sabía lo que era ser un negro en donde solo había blancos, nunca había sentido o visto un trato así cuando niño porque de donde venía, como había dicho antes, eran como yo, tenían mi color de piel, mis costumbres, mi pelo, mi nariz grande, mis ojos oscuros, mi sonrisa, mi fuerza. Cuando vas caminando por la calle y te quedan viendo como si no fueras humano, como si fueras un animal, o como nos suelen decir, un mono, alguien feo y distinto, cuando eres solo un niño no te das cuenta del desprecio, hasta que llegas a una edad en la que eres más consciente de que no te tratan por lo que eres, si ...

Diario de un narcicista 1

  CapĂ­tulo 1 - Ojos perdidos Él no será yo, porque yo fui tu hombre, y tĂş fuiste mi mujer. Ni siquiera ha llegado a tu vida, pero sĂ© que llegará. Y cuando llegue, quiero que lo primero que se te venga a la mente sea que Ă©l no soy yo. Ni siquiera tengo que quererlo, porque sĂ© que asĂ­ será. No te volverás a sentir con nadie como te sentĂ­as conmigo. Nadie te hará erizar cada parte de tu bello cuerpo con solo una mirada. Tu cuerpo no reaccionará de la misma forma cuando alguien que no sea yo lo toque, cuando sienta otra mano que no sea la mĂ­a, le hará falta cada caricia, cada beso, cada masaje. Y por eso se que te harĂ© falta, lo sĂ©.  No soy un tatuaje, pero estoy completamente seguro de que quedĂ© marcado en tu cuerpo y tambiĂ©n en tu alma. Y eso, nunca lo podrás borrar. Aunque digas que soy lo peor que te pasĂł en la vida, aunque digas que me odias, sĂ© muy bien que en esas noches, esas noches tristes y solitarias, cuando lo Ăşnico que te acompañe sea el frĂ­o que entra por tu ventana,...

Diario de un narcisista

Prólogo. El ser humano es complicado. Yo lo soy. Cuando siento que estoy sintiendo mucho, la mayoría de las veces es cuando estoy sintiendo menos. Y cuando siento que estoy sintiendo menos, la mayoría de las veces es cuando estoy sintiendo más. Antes no quería llorar porque si papá me veía llorando, me daba las razones que él creía que eran válidas para llorar, no diciéndomelas, sino golpeándome. Así, como quien dice, "menos palabras y más acciones". Jaja. Mencioné antes que no quería llorar por eso y porque me sentía pequeño, débil e indefenso. Pero ahora, cuando quiero llorar, no puedo. Ya las lágrimas no salen de mis ojos. Y es raro, porque antes me dolía ver y sentir esas lágrimas recorriendo cada parte de mi cara. Digo que es raro porque ahora me duele que ya casi no salgan, que casi no las siento, que ya casi no las veo. Y me duele sentir que perdí esa capacidad de desahogarme, porque a veces lo necesito y ya no sé cómo hacerlo. Mamá me ha dicho que necesito un psicólog...