TenĂa miedo, muchas veces lo tuve, cuando más lo sentĂ, fue cuando lleguĂ© a Bogotá, a un ambiente completamente distinto, venĂa de la costa, de un pueblo en el que todo el mundo se conoce con todo el mundo, era muy alegre, habĂa mucho amor por todas partes y ahĂ tenĂas amigos por todos lados porque sentĂas que eran como tĂş, cosa que nunca sentĂ al llegar acá.
No era tan comĂşn ver a gente negra, no sabĂa lo que era ser un negro en donde solo habĂa blancos, nunca habĂa sentido o visto un trato asĂ cuando niño porque de donde venĂa, como habĂa dicho antes, eran como yo, tenĂan mi color de piel, mis costumbres, mi pelo, mi nariz grande, mis ojos oscuros, mi sonrisa, mi fuerza.
Cuando vas caminando por la calle y te quedan viendo como si no fueras humano, como si fueras un animal, o como nos suelen decir, un mono, alguien feo y distinto, cuando eres solo un niño no te das cuenta del desprecio, hasta que llegas a una edad en la que eres más consciente de que no te tratan por lo que eres, si no por como te ves, y es triste, porque ninguna persona, y menos un niño, merece ser tratado asà simplemente por que su color no es como el de los demás.
Recuerdo como si fuera ayer cuando lleguĂ© a mi nuevo salĂłn de clases, entrĂ© y algunos se rieron, no supe el porquĂ©, quizá por mi inocencia tambiĂ©n reĂ, me sentĂ© y aĂşn sentĂa sus miradas, veĂa a los lados, al frente, atrás, buscando alguien que se pareciera a mĂ, pero ahĂ lo entendĂ, era el Ăşnico, se estarán preguntando, el Ăşnico quĂ©?, para los que ya lo descubrieron, sĂ, yo era el Ăşnico negro en ese salĂłn
Ya se podrán imaginar, tuve muchas peleas porque como le pides a un niño que lo Ăşnico que conoce es la violencia, que cuando se sienta amenazado, no reaccione de esa misma forma, tuve conflictos incluso con profesores, tanto asĂ, que mi papá una vez casi golpea a uno, y a eso me refiero, no me enseñaron que tenĂa que buscar a un adulto, mi papá me enseñó que no debĂa bajarle la cabeza a nadie, que me tenĂa que hacer respetar, y si un dĂa yo era el que llegaba golpeado a la casa, iba a sentir lo que son golpes de verdad, y es curioso, porque nunca llegue a la casa con un golpe de nadie, que no fuera Ă©l.
Muchas veces llorĂ© en mi cuarto, avergonzado por ser negro, me imaginaba lo linda y fácil que serĂa la vida si fuera blanco, me veĂa al espejo, viendo con odio ese tono de piel que me estaba causando tantos problemas, llegue a un punto en el que lloraba cuando cualquier persona me decĂa negro, odiaba tanto esa palabra, lloraba viendo al techo, mientras le preguntaba a Dios el porquĂ© habĂa nacido asĂ, cambiĂ© mi acento, empecĂ© a hablar como ellos, tenĂa ese afán de sentirme aceptado, quizá buscaba ese lugar que habĂa perdido, hasta que me di cuenta de que no tenĂa que cambiar mi acento, mi forma de hablar, mis expresiones, mi sonrisa, mis raĂces, mi piel, solo tenĂa que ser paciente, ser yo, ahora me doy cuenta de lo equivocado que estuve, el problema no era yo, era el racismo de la gente.
Hueles bien y eres muy lindo a pesar de ser negro, les sorprenderĂa saber que la gente blanca piensa que eso es un cumplido, crĂ©anme, me han dicho eso miles de veces, como si ser negro automáticamente te hiciera no sĂ©, menos, he sentido esa conexiĂłn cuando veo a otro negro en la calle, porque sĂ© que ha pasado por cosas malas, hemos compartido ese dolor por algo más que la sangre, algo más que la familia, algo más que las clases sociales, por simplemente, el color, sĂ© que muchos de ustedes por no decir todos, en algĂşn momento, aunque hubiera sido por un instante, odiaron algĂşn rasgo fĂsico que nos hace distintos a ellos, y ahora con mucho orgullo lo digo, que nos hace, negros.
Ahora esa vaina de que me digan, morenito, negrito, o algĂşn diminutivo de la palabra que antes odiĂ©, que aborrecĂa, que me avergonzaba ser, ahora me molesta, que no me digan lo que soy, que no me digan negro, siento que me faltan al respeto si no me lo dicen, porque lo soy, estoy feliz de serlo, porque somos fuertes, tenemos historia, esencia y algo que nunca nos podrán quitar, el sabor, no importa el lugar que sea ni en donde estemos, de dĂłnde vengamos, el negro siempre se hará sentir, nuestra presencia les choca, porque aunque seamos más oscuros que ellos, brillamos más, y con una simple sonrisa, borramos todas las humillaciones que nos hemos tenido que aguantar, por ser la raza más fuerte y con más personalidad.
Dios, esta vez miro al techo, sin lágrimas cayendo de mis ojos como cuando era un niño, no vengo a reprocharte nada, a pesar de todo lo que he pasado por esto, te vengo a dar las gracias, me debo una disculpa, por haber odiado tanto ser negro, gracias por hacerme asĂ, porque ahora lo acepto y me enorgullece decir, SOY NEGRO.
Comentarios
Publicar un comentario